GÉNESIS
Es
una palabra griega, que significa “origen”. El primer libro de la Biblia lleva
ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo
de Dios.
El
libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada
habitualmente “Historia primitiva”, porque presenta un amplio panorama de la
historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (Capítulos: 1-11).
La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia
de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al
final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno
de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron
establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio
del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza
a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas
dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al
contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a
los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de
genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida
entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo
elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de
Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección
divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una
sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la
descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que
abarca a todos los pueblos de la tierra.
En
la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las
tradiciones “yahvista”, “elohísta” y “sacerdotal”. Esta última fuente tiene una
importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base
literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
Los
primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el
hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el
transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus
costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión
del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en
cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar “científicamente” el
origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las
expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron
escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único
Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo,
no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por
Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de
esa Alianza serán el “cielo nuevo” y la “tierra nueva” (Is. 65, 17; Ap 21, 1)
inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva
creación.
Antonio
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