¡Qué injusto fue el siervo injusto!
Es una de las parábolas más impactantes del Evangelio, porque retrata
nuestro comportamiento. En Mateo 18, 21-35, encontramos el contraste
entre el perdón de Dios que pedimos y el perdón a quienes nos han
ofendido, que tantas veces negamos.
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